Nada más dejar atrás el descensor que me había bajado a este planeta el cuerpo se me paralizó al contemplar el grisáceo cielo encapotado de nubes negras que precipitaban ácido sobre un océano de un color negro espeso.
Cuando mi organismo reaccionó bajé la cabeza para observar que estaba pisando un terreno rojo sangre que despedía un olor putrefacto.
- No pensé que este planeta fuera tan... mortal- Pensé de pronto en voz alta.
- Te entiendo, NAIP. Estabas decidido a resolver un gran problema sin saber la magnitud de éste- Dijo una voz detrás de mi.- Al menos conservamos unas pocas ciudades bien protegidas y abastecidas.
Por lo que supuse al ver a Kaito con un traje antirradiación la destrucción fue tal que dejó el aire irrespirable para los humanos, además de la posible cantidad de vida que pudo haber florecido en este islote.
- Bienvenidos a lo que una vez fueron las islas galápagos- Dijo Kaito dirigiéndose a todo su personal.- Pero, al parecer, tendremos que despedirnos de ellas mucho antes de lo previsto, pues el transporte ha llegado muy pronto.
En una orilla divisé un submarino al cual la tripulación se dirigía lentamente. Decidí seguirlos y pronto me encontré dentro de una zona similar al descensor, solo que parecía más limpia y a los lados de los asientos había ventanas de por las cuales se podía ver ( mas bien no se podía ver) el mar. Me senté junto a una de esas ventanas, y Kaito se sentó a mi lado. Un rato después de quedarme mirando la negrura del océano divisé en la lejanía una tenue luz azul. Mi acompañante parecio percatarse y me dijo:
- Merlinio, esa es la solución
- ¿Y qué hace exactamente ese átomo que ni siquiera aparece en la tabla periódica?
-Al parecer, dicen que puede convertir unos elementos en otros similares, pero dicho átomo es demasiado inestable, y aún no se tienen los recursos ni el tiempo necesario para crear un compuesto que pueda contenerlo.
- ¿Entonces, qué se supone que pinto yo en esto?
- Tú, mi pequeño amigo de plomo, me ayudarás a conseguir tiempo.
¡Gracias Carlos! Tus historias desbordan imaginación, ¡sigue así!
ResponderEliminar