Os
voy presentar a una persona que a lo largo de mi historia como narradora me
llego a mi corazoncito lleno de letras. Su historia es mucho más especial de la
que os creéis, es un adolescente de lo más peculiar y aunque al principio os caerá
mal, os aseguro que os hará llorar mil y una veces.
Mi
queridísimo personaje se llama Raúl, es un chico de 19 años bastante alto.
Tiene una melena castaña clara, como las primeras hojas que se caen en otoño,
una sonrisa que enamora y unos ojos turquesa pacificadores.
A
Raúl lo conocí en una de las peores circunstancias posibles, en un orfanato el
25 de enero de 1997 a los dos días de nacer. Aquel día eché la vista hacia
atrás y recordé a su madre, sola y muerta de miedo llegando al hospital, y
minutos más tarde su cuerpo inerte en la camilla. Esto, aunque parezca raro,
hizo de Raúl una persona increíblemente especial. Desde que aprendió a andar y
hablar ya demostró su lado más rebelde, rompía cosas, gritaba a otros niños…
ese comportamiento con los años se agravó y sus ojos se iban llenado de rabia,
hasta que con 10 años sobrepaso la línea cuando llevo a un niño al hospital
después de una paliza. En el colegio todos le temían incluso los profesores,
pero nadie se daba cuenta de que lo único que necesitaba era un cariño especial,
totalmente fuera de lo común, un cariño que le cambiase la vida para siempre; ese
cariño se lo dio una persona que conoceréis más adelante cuando sepáis un poco más
de él. Raúl es bastante inteligente y está estudiando psicología, quiere
trabajar en orfanatos como en los que se crió para ayudar a esos niños
olvidados.
Un
poco más adelante espero que tenga ocasión de contaros más de él, a ver si le cogéis
el mismo cariño que le tengo yo.