Hace
aproximadamente 16 años que nací, siempre fui bastante alegre, cabezota,
soñadora. Jamás pensé que estas cualidades se volviesen en mi contra. Tuve una
infancia normal, con unos padres que no estaban mucho tiempo en casa, y casi
siempre cuidada por mis abuelos –las personas a las que siempre les tuve un
cariño especial–. Desde pequeña había una única cosa que me dejaba ser yo
realmente, nadar. Nadar se convirtió, desde los 3 años, en una vía de escape a
mi vida cotidiana. Y esta pasión más tarde me permitiría conocer a gente
maravillosa, entre ellas mi actual entrenador, Nacho.
Cuando
cumplí 14 años, ya me había cambiado 3 veces de colegio. En el que estaba, me
encontraba bien, un poco fuera de lugar, pero eso era un sentimiento bastante
común en mi vida. Pero algo dentro de mí se rompió, por momentos dejaba de
controlar mis ataques de cabezonería, esos que siempre había tenido, pero nunca
en ese descontrol. Esa alegría que me caracterizaba cada día se iba esfumando
un poco más, y me convertí en una persona reservada pero muy sensible e irascible,
por ello siempre tiendo a gritar o llorar pero nunca a contar nada de mí vida.
Pero a pesar de todo eso –esta es solo la parte mala de la historia– siempre fui
feliz.
Fui
feliz nadando, soñando en todo lo que quería ser, siendo yo, fiel a mí misma;
aunque hubiese veces en las que las situaciones me convirtiesen en una persona
muy políticamente correcta aun no siendo yo. Esto solo me trajo ventajas en
realidad, con ello aprendí a tratar con las personas, a saber mucho sobre ellas
sin necesidad de que hablaran. Desde pequeña tuve muy claro mi futuro, siempre
quise ser neurocirujana o dedicarme a la política, en cualquiera de los casos,
tratar de mejorar el mundo en el que vivimos, ya que siempre fui bastante
rebelde en ese sentido. Nunca me gusto que pasasen cosas malas en el mundo y
menos a mi alrededor, hubo un tiempo en las que lo permitía pero deje de
hacerlo, ni nada ni nadie perjudicaría mi alrededor – y nunca podrán callarme
ante estas situaciones–. Aunque últimamente de eso me encargo yo.