Hace
mucho tiempo, tanto, que se me olvida
por momentos; ese tiempo en el que la música solía reinar mi preciosa casa,
donde bailar era el único requisito para formar parte de la familia. Perdón se
me había olvidado presentarme soy Alicia, tengo casi 16 años y vivo en un
pueblecillo de Álava cerca de un monasterio. Siempre he amado la música,
bailar, escribir canciones y tocar mi preciado piano, pero hace tiempo que en
mi casa la música se apagó. Hace alrededor de 7 años, mi abuela nos dejó,
claramente fue una gran pérdida pero hubo algunos de la familia que no supieron
levantar cabeza y otros que a pesar del dolor supimos seguir adelante. Pero por
este acontecimiento mis padres se olvidaron de como sonaba la música y la pena
les iba atrapando.
Mi
querida hermana, Irene, nunca le gustó especialmente la música pero siempre
bailaba conmigo, la música nos unió mucho. Por ello mi hermana siempre ponía música
al cocinar, al arreglar el jardín, al hacer cualquier cosa, pero mi padre siempre
que la oía iba corriendo a apagarla. Un día mi hermana y yo llevábamos puestos
los cascos con la música que solíamos escuchar con mis padres en casa y sacamos
los álbumes de la familia. Cuando las páginas pasaban, las lágrimas empezaban a
recorrer nuestras mejillas. Yo lo único en lo que pensaba con claridad era una frase
que mi abuela siempre repetía: “cualquier tiempo pasado siempre fue mejor”. Al rato
de empezar mi madre apareció por la puerta, sin decir nada conecto sus cascos
al ordenador donde también nosotras escuchábamos la música y se sentó entre
nosotras, comenzó a pasar la hojas, al principio sin casi percatarse de que había
fotos en aquellas páginas. A medida que pasaba el tiempo se paraba más a ver
aquellas fotos que decoraban las paginas, hasta que llegó a una página en la
que las fotos aparecíamos nosotras bailando en casa las últimas navidades con
mi abuela.
En
el momento en el que se percató de que en una de aquellas fotos aparecía mi
abuela sentada en la butaca – que desde entonces estaba siempre vacía – sonriendo, pero con esa sonrisa que decía: “estoy
orgullosa”. Al verla, mi madre desconecto los tres cascos y la música se empezó
a escuchar a todo volumen y mi madre empezó a bailar, de la manera en que siempre
lo hacía cuando éramos pequeñas, nosotras la seguimos sin pensárnoslo 2 veces. A
los breves instantes que la música se empezó a escuchar mi padre apareció en la
habitación exhausto, miro dubitativo a mi madre, esta le tendió la mano y
lentamente comenzaron a bailar. Aquel día siempre quedara grabado en mi
memoria, aquel día cambio el color de mi casa, todo volvió a ser como debía,
invadido de felicidad.
Inspirado en la banda sonora de CARRO DE
FUEGO
Estoy completamente de acuerdo con tu título.
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