Me dijeron que podría, me dijeron que conseguiría convencer a la humanidad, hasta crearon un símbolo en mi nombre.
A ciegas creí en ellos, intenté decirles que no se fueran, pensando que me creerían, ¿Y qué es lo que recibo a cambio? Un planeta muerto y sucio, donde el único "ser" que camina soy yo. La única compañía que tengo son unas pocas IAs defectuosas con las cuales hablo sobre cosas sin ningún sentido aparente.
Sólo me mantiene vivo una historia, la cual me vino a la mente tras el Éxodo.
Sé que esa imagen está ahi mucho antes de la sala blanca, mi primer recuerdo.
Ese fragmento de mi perdida memoria muestra a un ser muy parecido al humano, junto a otra criatura alada. Ese "humanoide" se encontraba sobre una interminable extensión árida, con el único equipamiento de una semilla, tres cantimploras de agua y un poco de madera y carbón. En los primeros tres días apuró el agua de la primera cantimplora.
A partir del cuarto día, decidió ahorrar el agua de la segunda cantimplora, con lo que ésta le duró más de una semana.
En el quinto día, el ser que le acompañaba voló hacia el sur con un mensaje.
Al agotarse la segunda cantimplora, los días se le hicieron tan dolorosos como las grietas sanguinolentas de sus labios. Pero a pesar de todo, apenas le dio un trago a la tercera cantimplora, ya que pensaba que mas tarde le serviría de algo.
Un día, cuando parecía que sus fuerzas desaparecerían, observó una enorme roca rodeada por barro seco. Fue en ese momento cuando abrió la tercera cantimplora, introdujo la semilla que tanto tiempo había guardado en la tierra, y empezó a echarle agua.
La roca resultó ser una cueva, la cual durante el día le daba sombra y durante la noche le daba calor gracias al carbón.
Transcurrieron los días y la semilla se convirtió en un árbol que le proporcionó alimento. Varias semanas después un grupo de humanoides seguidos por aquella criatura alada llegó al lugar donde el precavido ser había establecido su hogar.
Éstos, sorprendidos, le preguntaron cómo había pasado de morirse de hambre y sed a tener un hogar, a lo que respondió:
-Para adentrarse en cualquier lugar, primero hay que ir preparado.
En ese momento el recuerdo se terminaba, dando lugar a unas lagunas que desembocan en mi "primer recuerdo". No sé cómo ha llegado esta historia a mi memoria, pero el caso es que me ha hecho saber que la esperanza es lo último que se pierde. Es por eso que tengo pensado hacer algo grande: voy a salir de algún modo de este sucio planeta, e iré hacia el paradero de aquellos que me abandonaron para reclamar venganza, pero antes de empezar mi viaje tendré que ir preparado.
¡Qué bien Carlos! Ha merecido la pena la espera.
ResponderEliminarMola mucho
ResponderEliminar¡Me encanta, es increible!
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