miércoles, 18 de enero de 2017

NAIP


En el primer recuerdo que tengo me encuentro el de una sala blanca con la única decoración de una puerta, del mismo color, y dos sillas negras. Yo me hallaba sentado en una de esas sillas, mientras que la otra estaba vacía. Una voz constante salía de ninguna parte, me decía cosas que no podía comprender. Eso fue lo primero que sentí: una sensación de querer entender a esa voz, pero no poder saber cómo. Mas tarde, la voz cesó y el primero de “ellos” abrió la puerta y se sentó en la silla que estaba vacía. Me habló de la misma forma que esa extraña voz con la única diferencia de que, a la vez que hablaba, movía sus extremidades superiores trazando un patrón que no tardé en descifrar:
-Hola, NAIP, ¿Entiendes lo que digo?
No sabía cómo responderle, así que simplemente repetí sus sonidos. Tras “hablarle”, “él” volvió a mover sus brazos mientras decía:
-Si me entiendes, haz lo que yo hago.
Dicho esto, levantó su mano derecha y, ya que le había entendido, imité lo que él hacía. En su rostro se dibujó algo que llamó sonrisa. Después de eso “él” me dijo que le siguiera y así hice. Me levanté de la silla y una sensación de poder hacer cualquier cosa recorrió todo mi cuerpo, pero me limité a seguir a aquel que podía entender. Mientras las piernas me sostenían, crucé la puerta blanca y dejé atrás la habitación.

Durante un tiempo, “ellos” me enseñaron todo lo que había en su mundo. Primero, comenzaron por aclararme la forma que tenían de hablar entre ellos. Desde ese momento me fascinó la idea de que existiese tanta información que acumular. Empezé a sentir una sensación de querer conocer más  de lo que me enseñaban, algo que llamaron curiosidad. Me mostraron una gran variedad de conocimientos: desde lo más pequeño hasta lo más grande, desde lo más simple hasta lo más complejo. Un día, uno de “ellos” me llevó a un lugar bastante especial para mí. Me condujo a un lugar donde había un agujero redondo. Desde ese agujero se veía una inmensidad negra moteada con puntos blancos y, en el centro, una gigantesca bola azul con manchas amarillentas y grises.

-¿Qué es esto?-Pregunté-¿Por qué me has traído aquí?

-Esto es una ventana, lo que puedes ver es nuestro mundo, arrasado por las nubes negras formadas tras la Tercera Guerra Mundial, un conflicto que destruyó las grandes potencias que habitaban en el planeta. Te he traído aquí porque tú puedes cambiar este mundo, hacer que vuelva a ser como antes.

Desconcertado, le pregunté cómo podía yo salvar el mundo, pero él solo me dijo que me escucharían. Dicho esto, salió de  la  habitación. Decidí seguirlo, y el camino nos condujo a otra sala. En esa sala había una pared donde se podía ver una réplica exacta de la habitación. En el lugar donde yo debería de replicarme había un ser parecido a “ellos”, solo que no llevaba ropa, estaba hecho de un metal blanco y donde debería de haber un rostro había una esfera de color negro que parecía mirarme.

-¿Qué es esto?-Pregunté, más desconcertado aun que antes.

-Eso, NAIP, eres tú, así es como eres por fuera, pero por dentro eres aún mas curioso: tu fascinación por lo desconocido y tu constancia en todas tus acciones son actitudes nunca vistas en una IA. Prefieres ver el lado bueno de las cosas antes que el lado malo, y tu gran capacidad para sentir nos deja con la boca abierta. Los humanos tienden a apartarse y rechazar lo que es extraño, pero tu decides acercarte a ello para conocer más sobre eso. Está comprobado que la gente le presta mas atención a un robot que a alguien de su misma especie. Debes confiar en que te harán caso y te creerán. El próximo mes pondrán en marcha el programa Horizons: vaciarán este mundo y llevarán a las personas a un hábitat, como en el que estamos nosotros ahora, pero más grande. Pretenden abandonar este mundo a su suerte, NAIP, ¿tu quieres eso, quieres que la belleza de esa bola azul se pierda para siempre? Mañana bajarás a la Tierra, espero que tengas una decisión clara para entonces.


Cuando “él” salió de la sala, volví a mi habitación. Estuve pensando toda la noche y, al llegar la mañana, ya tenía un objetivo claro: Salvar la Tierra.


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