La locura de Snowman
Érase una vez, en Alaska, un adolescente rebelde llamado
Snowman. Aquella mañana era un día como tantos otros, con un frío gélido y unas
temperaturas de quince grados bajo cero. Estaba cansado, no le apasionaba su
vida como antes. Se dirigió al cuarto de baño. Se miró en el espejo. Su nariz
helada tenía la forma habitual de zanahoria. El sonido del agua en el lavabo le
ponía nervioso. Plaf, plaf, plaf. Oía las voces de su madre y no lo podía
soportar.
- Snowman, Snowman, el desayuno.
Su mal humor le impedía acercarse a desayunar. Fue a su
habitación despacito y como estaba tan enfadado se puso en un rincón y cogió un
libro de Julio Verne que se llamaba “Viaje al centro de la Tierra”. Empezó a
hojearlo y se volvió loco. La idea del escritor era fabulosa, pensaba. No
viviría una vida aburrida como la de otros. Su espíritu aventurero se lo
impedía.
Sin perder un minuto decidió irse al aeropuerto y partir en
un avión con destino a Italia, allí estaba el Vesubio, el volcán del que le
habían hablado en el colegio. Sin saber cómo consiguió pasar por uno de esos
“azafatos” de vuelo y se puso a saludar a los pasajeros con su “Good Morning”,
“Buongiorno”, mientras se decía a sí mismo, por fin me sirve para algo el curso
de Italiano que me pagó mi abuelo.
En cuanto aterrizó, cogió un taxi y se dirigió al Vesubio.
Subió y antes de descender por el cráter, se le ocurrió llamar a su madre. En
cuanto esta cogió el teléfono respondió:
- ¿Dónde te has metido?
- Mamá, no te preocupes. Estoy a punto de lanzarme por el
tobogán del volcán hacia el centro de la Tierra.
- ¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeé........?
Snowman no siguió hablando. Colgó a su madre y se lanzó por
el cráter. El pobre Snowman, cuyo nombres significa “hombre de nieve”, se había
convertido en Smokeman, “hombre de humo”. De él solo quedó su nariz de
zanahoria, algo tostada, pero tuvo la suerte de ser llevado a Pompeya, la
ciudad que hace muchos, muchos años fue sepultada por las cenizas. Pasó a la
historia por sus locuras. Ya nunca más pasaría frío en Alaska.
Me he reído mucho con lo de Smokeman, ¡muchas gracias!
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